
Ilustración/P. Rodriguez
A esa sucesion de rigores, orden natural, conocimiento intrínseco a la que llamamos la Naturaleza, cosmos, universo, es, al unisono, equilibrio. De la Naturaleza proviene también el caos, que es un orden apenas comprendido.
Pero en ella predomina un ordenamiento que, a su vez, produce seres que son gobernados por la eficacia de ese equilibrio esencial sobre la tierra y a otros seres en otras galaxias y sistemas estelares.
Las leyes de la Naturaleza se mantienen inalterables, lo que garantiza la perdurabilidad de su trabajo. Lo opuesto, su inestabilidad, sería el fin de ese orden y el colapso del universo y por ende, de nuestro hábitat amado, incomprendido, agredido y llevado a esta locura ambiental que ya está produciendo su respuesta más ominosa.
Ese equilibrio se haya seria y crecientemente amenazado por el caótico y agresivo predominio de un orden desigual en el mundo, por una cadena de acontecimientos sin precedentes que parte de la era industrial que se abrió al mundo a partir del siglo XIX y no ha parado convirtiéndose en el predominio de la era tecnológica, de la ganancia sin control, de la polución acelerada y sin control en las grandes metrópolis, en los mares, los ríos, las tierras, los océanos.
A duras penas quedaría tiempo hoy para comenzar a remediar estos males provocados por la ambición de ganancias desmedidas, las medidas que no resuelven y no atacan los problemas esenciales y que, como novedad, traen un cambio climático que se anuncia como catástrofe planetaria si no se hace algo a tiempo ahora, a partir de este momento.
(Como un síntoma claro de las consecuencias que prevé la ciencia de este cambio brusco, provocado, peligroso, las potencias se hallan empeñadas en la difícil, costosa y aventurada misión de explorar otros planetas, en este caso Marte, para producir el que sería el primer asentamiento humano fuera de la tierra, viendo con claridad la gravedad de lo que le pudiera pasar al planeta de lo que ahora no son más que consecuencias leves. (Los futurólogos no son optimistas con este planeta y no ven una mejoría a corto plazo).
Mientras tanto, hay que actuar porque la paralización y la inercia serían las peores de las respuestas.
¿Qué hacer?
Planear medidas eficaces, comprobadas, de contención del mal, de corrección de errores, de respuestas, por ejemplo máximo, de las comunidades a estos problemas, comenzando desde los hogares que son “nichos” esenciales para la eficacia de todo lo que se inicia a gran escala como por ejemplo, el combate de enfermedades proveniente del cambio climático atribuidas a mosquitos, a plagas que cruzan de un continente a otro y que se extienden cuando no hay iniciativas mitigantes por desconocimiento, por aislamiento, porque los comunitarios están inmersos en la lucha por la vida, entre otros factores.
Todo ello ha traído como consecuencia que hay más de mil millones de seres humanos, según las Naciones Unidas, que no consumen agua potable, decenas de urbes, incluso entre las más grandes, híper contaminadas hasta el grado de convertirse en peligrosas para la vida, ríos inservibles, mares enteros desaparecidos, lagos inservibles, todo debido a una carrera imparable por ganar un progreso que no toma en cuenta al ser humano y que privilegia la ganancia por encima de todo:
Un sistema económico, social, un modelo distributivo que no soporta unas décadas más sin estallar en grandes convulsiones sociales. Las mismas potencias reconocen que las luchas, guerras incluidas, del futuro, se darán por la obtención segura de agua potable.
Afortunadamente y pese al pesimismo que estos datos fraccionados pudieran traer, hay una conciencia que despierta ahora, se generaliza y se vuelve cuasi multitudinaria. El primer deber de todo ser es la supervivencia que, por cierto, han sabido mantener sin alteración durante millones de años, sin afectarla significativamente, los llamados animales irracionales. Ellos son modelos a seguir frente al ideal del “hombre sabio” que no ha sabido sostener un entorno amigable, fraterno, en consonancia con las leyes naturales, habiendo incluso elaborado agentes tóxicos, alimentos insalubres y una vida estresada, inestable que, en sus errores, acorta y se hace cada vez difícil de mantener bajo las condiciones actuales.
El programa Ecoforesta Kiskeya, consciente de estos problemas complejos, ha optado por insertarse y hacer su contribución en el área de la reforestación, viendo que esa es una de las piezas maestras a armar en unos caos y a conservar en otros, para guardarle un futuro saludable a las generaciones por venir.
Viendo que se han producido talas que tienen un rango histórico en la acumulación originaria de algunos grupos sociales específicos, viendo que la erosión produce la perdida de fuentes importantes de agua, que escasean los alimentos para los humanos y la fauna silvestre, ha lanzado un programa agresivo para concienciar contra el monocultivo, la introducción de factores negativos en la masa forestal nacional, la fauna y las cuencas hidrográficas y promueve “una campana ecoforestal diversa”.
Esta consiste en exponer las enormes diferencias entre monocultivo de reforestación y la biodiversidad sustentable de la Ecoforesta mientras alienta los centros comunitarios y la movilización de comunidades rurales con el objetivo de sembrar árboles con valor aprovechable para los mercados locales, nacionales e internacionales que habrán de generar fuentes de ingresos para estas, como cuestión fundamental.
P. Rodriguez